domingo, 26 de febrero de 2012

QUILOTORAX


Quilotorax


Es la presencia de un exceso de fluido linfático en la cavidad pleural.


 Su presencia suele deberse a la ruptura del conducto torácico o una de sus ramas mayores.
 Es un cuadro clínico poco frecuente pero que puede producirse en algunos traumatismos, neoplasias o de forma idiopática. También se ha descrito, aunque más raramente, en la tuberculosis pulmonar y trombosis venosa
Composición el quilo. El líquido que discurre por el conducto linfático contiene linfa procedente de los pulmones, intestino, hígado, pared torácica y las extremidades. Su aspecto es lechoso y es inodoro, alcalino (pH entre 7,4 y 7,8) y estéril.

Tiene un alto contenido lipídico, con niveles altos de triglicéridos (por encima de los valores plasmáticos) y bajos de colesterol (valores igual o inferior a los plasmáticos). Los ácidos grasos de menos de 10 átomos de carbono se absorben directamente por el sistema portal y no pasan al conducto torácico, lo que es la base del tratamiento dietético del quilotórax. Desde el punto de vista proteico, su contenido es alto con más de 3 g/dL y los electrolitos son similares a los del plasma.

Los linfocitos son el componente celular más importante, sobre todo en linfocitos T, que representan alrededor del 90% de las células del quilo.


 Etiología
La causa traumática es la más frecuente, después de un traumatismo cerrado o tras una intervención quirúrgica del mediastino (corazón, esófago, pulmón). El origen neoplásico es también común, sobre todo en el caso de los linfomas.

Otras causas más raras pueden ser la trombosis venosa de subclavia o cava, infecciones o de origen congénito.






Diagnóstico
Las manifestaciones clínicas del quilotórax son poco llamativas, destacando la disnea cuando se acumula el líquido en gran cantidad. También se pueden producir taquicardia, hipotensión y signos derivados de la deplección de los componentes del quilo (grasas, proteínas, linfocitos). Se pueden llegar a perder 2.500 cc/día.



El diagnóstico se confirma con la punción pleural y el análisis bioquímico del líquido obtenido. La localización del punto exacto de ruptura puede llevarse a cabo con una linfografía. En los casos de sospecha de neoplasia pueden estar indicadas otras exploraciones como la TAC y RNM.

Tratamiento
Debe instaurarse rápidamente una dieta basada en triglicéridos  de cadena media (se absorben a través de la vena porta y dejan en reposo el conducto torácico) y un drenaje pleural. Se suele esperar un periodo de tiempo prudencial (5-10 días) para ver si cede el cuadro. En el caso de que persista, está indicada la cirugía (toracotomía o videotoracoscopia) para ligadura del conducto torácico.

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